[¿Te has dado cuenta...?], Carlos Skliar

viernes, 31 de octubre de 2014
 Síntoma-cuerpo-mar, Kōji Enokura


   ¿Te has dado cuenta que los niños ya no son atolondrados, ni curiosos, ni siquiera niños? ¿Que los paisajes se han escondido detrás de las espaldas? ¿Que las palabras se alejan de los cuerpos como si fueran laberinto intransitable o una distancia aguda trazada por el filo de una espada? ¿Que todo está visible y cada vez comprendemos menos? ¿Que ya nadie se arrepiente ni siente la voz de su mirada? ¿Que hay más de dos muertes por cada nacimiento? ¿Que la risa procede de la burla y no de las entrañas? ¿Que el amor es ley pero ya no desorden de las almas? ¿Que a menos que me hables a los ojos no podré decirte nada cierto?


Carlos Skliar, Hablar con desconocidos, Candaya, Barcelona, 2014, p. 80.
 

[El tronco de un árbol], Julia Otxoa

miércoles, 29 de octubre de 2014


Tocar el tronco de un árbol como quien acaricia el rostro de un amigo.


Julia Otxoa, Jardín de arena, Ediciones La Palma, Madrid, 2014, p. 100.

[La única noche...]

martes, 28 de octubre de 2014
La duración del sonido de la soledad, Kasia Derwinska


La única noche
eterna son tus ojos
cuando no vuelven.
  

[La invención de la palabra], Emil Cioran

lunes, 27 de octubre de 2014
Pastos en la niebla, Eyvind Earle


   Un silencio abrupto en medio de una conversación nos hace volver de repente a lo esencial: nos revela el precio que debemos pagar por la invención de la palabra.


Emil Cioran, Ese maldito yo, Tusquets, Barcelona, 2008 (1987).

[La espera], Samuel Beckett

domingo, 26 de octubre de 2014


   Quien tanto ha esperado esperará siempre, y transcurrido un cierto plazo nada puede suceder, ni nadie venir, ni haber más que la espera que se sabe inútil. Quizá sea su caso. Y cuando uno muere (por ejemplo), es demasiado tarde, ha esperado demasiado, no se vive lo suficiente para poder detenerse.


 Samuel Beckett, Malone muere, Alianza, Madrid, 2012, p. 96.

[El dedo del invierno], Chantal Maillard

sábado, 25 de octubre de 2014


Hailiutu, Mongolia interior, Adou


  No es triste morir: es solamente el dedo del invierno reconociendo los cuerpos que se duermen.


Chantal Maillard, Poemas a mi muerte, Ediciones La Palma, Madrid, 2005, p. 86.

Casida para un beso

viernes, 24 de octubre de 2014

CASIDA PARA UN BESO

Mirarte y nace un mundo.

Mirarte y el deshielo de la noche,
la sombra erosionada,

mirarte y un camino para siempre,
la tierra en manantial,
las huellas en que tiembla
este aguafuerte
del aire,

mirarte

y aunque el tiempo
ya se desnude en óxido
no importa,

mirarte hasta esculpirte
en piel de luna,

mirarte hasta mirarme
y en tus ojos
tallar el agua que nos parta,

nos trence,
nos repita
en el milagro de nacer.

Mirarte.

Y cuántos cielos caben en tu boca.
  

[Mientras haya vida], Herman Melville

miércoles, 22 de octubre de 2014
 Hacia el bosque, Edvard Munch


   —Tiene usted martillo y llave inglesa; vuelva a montarlo, y pruébelo otra vez. Mientras hay vida hay esperanza.
   —De aquí en adelante, mientras haya vida habrá desesperación.


Herman Melville, "El fracaso feliz", Bartleby, el escribiente y otros cuentos, Alianza, Madrid, 2012, p. 86.
 

[Todas las singladuras], Jorge Riechmann

lunes, 20 de octubre de 2014
Barco de vela y sirenas, René Magritte


   Las más de las veces, lo que uno busca o querría buscar en el otro confín del mundo se encuentra precisamente ahí al lado.
   No me di cuenta, no me daba cuenta, pero de lo que se trata es de que hemos transformado un balcón en un barco de vela. Y a partir de ahí, todas las singladuras son posibles.


Jorge Riechmann, Ahí es nada, El Gallo de Oro, Bilbao, 2014, p. 48.

Fin del milenio, Roger Wolfe

viernes, 17 de octubre de 2014

FIN DEL MILENIO

Hoy mi horóscopo me dice
que me empeño en no ser feliz.
Bueno, ante todo vamos a dejarnos
de palabras rimbombantes.
Hablemos, por ejemplo,
de estar mínimamente en paz.
¿Cómo voy a estarlo? Si no puedo
ni ver pasar un autobús con la leyenda
«Celebre con nosotros el milenio»
rotulada en uno de sus flancos
sin que tu recuerdo se me suba
otra vez a la cabeza.
Tú no estás y vivo
—como dijo una célebre
demente— sin vivir en mí.
Pero el amor es demencia.
Acceso místico.
Enajenamiento.
Enfermedad.
¿O no?
«Celebre el milenio.»
No me toques las narices.
Si no diera la risa
sería para ponerse a llorar.


Roger Wolfe, El amor y media vuelta.
 

[Puerta del cielo]

jueves, 16 de octubre de 2014
Puerta del cielo, Koike Keiichi

Rota la puerta
del cielo, ojalá un trozo
para soñarte.
  

[Ciervos], Eloy Tizón

martes, 14 de octubre de 2014
Ciervos, Katy Jade Dobson

   Y ciervos. A menudo los faros del tren sorprendían algún ciervo agazapado, o una cría que pastaba, alzaba la cabeza y se quedaba mirando con resignación el paso de aquella caravana tan molesta, fea y ruidosa, conmigo en su interior, que había que soportar sin más remedio, hasta el momento en que el monstruo se perdía de vista y se evaporaba allá lejos, sin dejar la menor huella, como si toda nuestra vida no fuese más que un sueño visto a través de los ojos de un cadáver.


Eloy Tizón, Técnicas de iluminación, Páginas de Espuma, Madrid, 2013, p. 42.

[Hoja que cae]

sábado, 11 de octubre de 2014


Mirarte: una hoja
que cae al suelo, tanto
silencio torpe.
 

[Las demás sombras], Patrick Modiano

jueves, 9 de octubre de 2014


   No nos sentamos, nos quedamos junto a la barra, esperando a Mocellini a pie firme. Y a todas las demás sombras del pasado. Louki, si estaba conmigo, no le tenía miedo a nada. No hay mejor sistema para que se desvanezcan los fantasmas que mirarles a los ojos.


Patrick Modiano, En el café de la juventud perdida, Anagrama, Barcelona, 2009, p. 105.
 

[Seguimos sin poder...], Jorge Riechmann

miércoles, 8 de octubre de 2014
Chema Madoz

Seguimos
sin poder imaginar
lo inimaginable

pero nos acostumbramos
demasiado rápidamente
a lo imposible


Jorge Riechmann, Poemas lisiados, La Oveja Roja, Madrid, 2012.
  

[Frío], Philip K. Dick

lunes, 6 de octubre de 2014


   —Eh —dijo él—, ¿puedo ir contigo a Oregón? ¿Cuando tú te vayas?
   Ella le sonrió, con amabilidad y profunda ternura, para responderle que no.
   Y él comprendió, porque la conocía, que lo decía en serio. Y que no cambiaría. Se estremeció.
   —¿Tienes frío? —le preguntó Donna.
   —Sí —respondió él—. Mucho.
   —He puesto una calefacción estupenda de MG en el coche —dijo—, así que cuando estemos en el autocine... te calentarás. —Le tomó la mano, la apretó, la sostuvo; entonces, de repente, la dejo caer.
   Pero Arctor conservó aquel contacto, dentro del corazón. Aquello permaneció. En todos los años que tenía por delante, los largos años sin ella, sin verla nunca ni recibir noticias suyas ni saber nada, si estaba viva, feliz, muerta o qué, guardó el contacto en su interior, sellado, y nunca desapareció. Aquel único contacto de su mano.


Philip K. Dick, Una mirada a la oscuridad, Minotauro, Barcelona, 2006, p. 156.
  

[Amanecer...]

sábado, 4 de octubre de 2014


Amanecer:
el mundo al menos puede
mudar su error.

 

[Cuando termine la guerra...], José Zomeño

jueves, 2 de octubre de 2014
El refugiado, Felix Nussbaum


   Cuando termine la guerra tendré un hijo para olvidarlo todo y comenzar de nuevo. Un hijo que no haya conocido nada de esto. No le pondré nombre y procuraré que viva aislado para que no haya nadie que le haga ver que no hay esperanza.


Jesús Zomeño, "Una trinchera desdibujada", Piedras negras, Lengua de Trapo, Madrid, 2013, p. 49.

[El viento sopla...], Emilio Gavilanes

miércoles, 1 de octubre de 2014
Bailarines del viento, Celeste Yang


El viento sopla.
Como un paraguas vuelto
queda la flor.


Emilio Gavilanes, Salta del agua un pez, Comares, Granada, 2011, p. 13.