Cette obscure clarté qui tombe des étoiles, Anselm Kiefer
Nada más alejado de la infancia que la adolescencia. Todo adolescente
lucha por percibirse como adulto, por construir una muralla que lo
separe para siempre del niño que fue. Luego se pasa la vida borrando
minuciosamente a ese niño, hasta que consigue olvidarlo. Eso es lo que
cree. Pasados los cuarenta (la edad es tentativa) la muralla ha cedido a
la incuria del tiempo: hemos olvidado repararla, hay tramos destruidos
por la lluvia, bloques desperdigados por aquí y por allá. Despreocupado
del tiempo un niño juega en los escombros. Descubrimos entonces que
siempre estuvo allí, que nos estaba esperando.
Eduardo Chirinos, Anuario mínimo: 1960-2010, Luces de Gálibo, Girona, 2012, p. 103.
1 comentarios:
Volvió el tiovivo
como cada año, pero
ya no subiste.
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