—Necesito una pistola —dijo Aomame con voz seria—. Una que quepa en un bolso. Que tenga poco retroceso, pero que sea bastante potente y que me garantice el éxito. No quiero réplicas de juguete, ni copias de fabricación filipina. Sólo voy a utilizarla una vez. Con una bala debería ser suficiente.
Se hizo un silencio durante el cual Tamaru no apartó la mirada ni un momento de la cara de Aomame. No movió los ojos ni un milímetro. (...)
—Suponiendo que estuviera en situación de poder conseguírtela, lo lógico sería, probablemente, que te preguntara a quién tienes intención de disparar con el arma.
Aomame señaló su propia sien con el índice.
—Aquí, tal vez. (...)
—Chéjov dijo una vez —comentó Tamaru levantándose lentamente—: «Cuando en una historia aparece un arma de fuego, ésta deberá ser disparada».
—¿Qué quiere decir?
Tamaru se levantó para colocarse frente a Aomame y le habló. Él era unos centímetros más alto.
—Que no debe utilizarse un accesorio innecesario en medio de una historia. Si aparece una pistola, en algún momento de la historia es necesario dispararla. Chéjov prefería escribir obras desprovistas de florituras inútiles.
Aomame estiró de las mangas de su vestido y se echó el bolso bandolera al hombro.
—Entonces, eso es lo que te preocupa: que si surge una pistola quiere decir que, sin lugar a dudas, en un momento dado va a ser disparada.
—Visto desde la perspectiva de Chéjov.
—Y por eso preferirías no tener que conseguirme un arma.
—Es peligroso e ilegal. Y además Chéjov es un autor en el que se puede confiar.
—Pero esto no es una historia, sino el mundo real.
Tamaru entornó los ojos y miró fijamente a la cara a Aomame. Luego abrió poco a poco la boca.
—¡Quién sabe!
Se hizo un silencio durante el cual Tamaru no apartó la mirada ni un momento de la cara de Aomame. No movió los ojos ni un milímetro. (...)
—Suponiendo que estuviera en situación de poder conseguírtela, lo lógico sería, probablemente, que te preguntara a quién tienes intención de disparar con el arma.
Aomame señaló su propia sien con el índice.
—Aquí, tal vez. (...)
—Chéjov dijo una vez —comentó Tamaru levantándose lentamente—: «Cuando en una historia aparece un arma de fuego, ésta deberá ser disparada».
—¿Qué quiere decir?
Tamaru se levantó para colocarse frente a Aomame y le habló. Él era unos centímetros más alto.
—Que no debe utilizarse un accesorio innecesario en medio de una historia. Si aparece una pistola, en algún momento de la historia es necesario dispararla. Chéjov prefería escribir obras desprovistas de florituras inútiles.
Aomame estiró de las mangas de su vestido y se echó el bolso bandolera al hombro.
—Entonces, eso es lo que te preocupa: que si surge una pistola quiere decir que, sin lugar a dudas, en un momento dado va a ser disparada.
—Visto desde la perspectiva de Chéjov.
—Y por eso preferirías no tener que conseguirme un arma.
—Es peligroso e ilegal. Y además Chéjov es un autor en el que se puede confiar.
—Pero esto no es una historia, sino el mundo real.
Tamaru entornó los ojos y miró fijamente a la cara a Aomame. Luego abrió poco a poco la boca.
—¡Quién sabe!
Pistola andante, Laurie Simmons
Haruki Murakami, 1Q84 (Libros 1 y 2), Tusquets, Barcelona, 2011, pp. 411-415.
2 comentarios:
Perfecto el extracto y la foto escogida para ilustrarlo. Me encanta y me ha hecho descubrir a laurie simmons =)
http://muerdelaespina.blogspot.com.es/
Sí que tiene buenas fotografías Laurie Simmons.
Gracias por comentar.
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