UN FRENTE ESTABLE
No es necesario haber leído muchos libros para saber que la condición de la dicha, como todo lo humano, es inestable. Lo importante, a fin de cuentas, es no perder de vista jamás el principio según el cual la desgracia, a diferencia de la dicha, presenta una rara y contumaz tendencia a la estabilidad.
Juan Gracia Armendáriz, Cuentos del jíbaro, Demipage, Madrid, 2008, página 41.
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