CRECIMIENTO
Las marcas arden aún, rojizas y tenues, en las muñecas y tobillos del chico que acaba de despertarse con dolor de cabeza y de huesos, como si se hubiese caído por un barranco.
Hace rato que la cuadrilla de demonios emprendió la fuga con sus cuerdas, sus pernos, sus palancas y sus poleas, tras una larga noche de trabajo.
Carlos Almira, Fuego enemigo, Nowevolution, Madrid, 2010, p. 42.
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