Líneas caligráficas azules en azul oscuro, Jiro Yoshihara
AYER
Él era un hombre sin peripecias. Su rostro limpio, impecable en todo momento, era el escrupuloso diario abierto de su vida.
Solía pasar el día a poca distancia de sí mismo, revisando siempre sus propios actos de soslayo. En ocasiones muy limitadas, algún suceso repetido, demasiado cotidiano, le causaba un poco de alborozo y su boca, usualmente desparramada, se llenaba de curiosidades.
Solo entonces se ponía a escribir. Cartas, en general. Y mientras la tinta corría como un hilo azul, se volcaba hacia el papel, hacia sus parientes, amigos, antiguas novias, todos ellos ficticios, con la única esperanza de convertirse, al fin, en un recuerdo.
José Luis Torres Vitolas, L, Albatros, Genève, 2010, p. 74.
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