Las célebres órdenes de la noche, Anselm Kiefer
HOMBRES CON ABRIGOS QUE EL VIENTO AZOTA
Nuestras vidas —que nadie lo lamente—
son como cigarrillos encendidos en un día de tormenta.
Una brasa protegida
por el hueco de una mano.
Arden hasta consumirse por enteros
como deudas que no podremos pagar nunca
y se queman tan deprisa
que uno quisiera encender otro
encender otra vida
que fuera menos dura que la anterior
pero eso no es posible
y el cigarrillo ya se ha consumido
y lo único que podemos hacer es dejarlo caer.
Malcolm Lowry
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