Algunas novelas gustan, “aunque” sean políticas: se les hace una concesión. La política, como defecto estilístico, sólo se asocia a un determinado tipo de ideología. Todas las novelas se comprometen, todas dejan una huella negra sobre la nieve blanca; sin embargo, algunas huellas se difuminan, se mimetizan con la atmósfera del discurso del poder, reproducen el esquema dominante y su ruido se amortigua en la complacencia y en la comodidad colectiva.
Marta Sanz, No tan incendiario, Periférica, Cáceres, 2014, pp. 121-122.
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