Casa agrietada, Christopher J Flanagan
Quisiera aprender de nuevo a mirar. Desde mi cama miro el interior de la grieta que una vez hice al golpear la pared en un ataque de ira. La miro tanto tiempo que casi me introduzco en su interior. El tiempo tiene arrugas, y esta es una de ellas. Miro dentro de ella para recordar los muchos momentos en los que estuve mirando hacia otra parte.
Milena Michiko Flašar, Le llamé Corbata, Siruela, Madrid, 2015, p. 52.
1 comentarios:
El tiempo tiene arrugas y grietas, claro que sí. ¿Quién no ha quedado atrapado en alguna de ellas?
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