Flor, lago Ness, Alex Bell
MONSTRUO SE BUSCA
San Columba estaba remando en el lago Ness, cuando el Monstruo, inmensa serpiente de fauces abiertas, se abalanzó contra el bote. San Columba, que no tenía el menor interés en ser almorzado, lo conjuró haciendo la señal de la cruz, y el Monstruo huyó.
Catorce siglos después, el Monstruo fue fotografiado por los vecinos del lago, que casualmente llevaban una cámara colgada al cuello, y sus piruetas se publicaron en los diarios de Glasgow y Londres.
El Monstruo resultó ser un muñeco, y sus huellas eran patas de un bebé de hipopótamo, que se vendían como ceniceros.
Las revelaciones no desalentaron a los turistas.
La demanda de monstruos alimenta al mercado del miedo.
Catorce siglos después, el Monstruo fue fotografiado por los vecinos del lago, que casualmente llevaban una cámara colgada al cuello, y sus piruetas se publicaron en los diarios de Glasgow y Londres.
El Monstruo resultó ser un muñeco, y sus huellas eran patas de un bebé de hipopótamo, que se vendían como ceniceros.
Las revelaciones no desalentaron a los turistas.
La demanda de monstruos alimenta al mercado del miedo.
Eduardo Galeano, El cazador de historias, Siglo XXI, Madrid, 2016.
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