En ese momento, por fin lo captó. En lo más profundo de sí mismo, Tsukuru Tazaki lo comprendió: los corazones humanos no se unen sólo mediante la armonía. Se unen, más bien, herida con herida. Dolor con dolor. Fragilidad con fragilidad. No existe silencio sin un grito desgarrador, no existe el perdón sin que se derrame sangre, no existe aceptación sin pasar por un intenso sentimiento de pérdida. Ésos son los cimientos de la verdadera armonía.
Haruki Murakami, Los años de peregrinación del chico sin color, Tusquets, Barcelona, 2013, p. 263.
1 comentarios:
De la niebla eterna emergen palabras de fino estanque, yo desde ahora seré el habitual pescador de ellas.
Saludo va.
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