EL SENTIDO CLARO DE LAS COSAS
Tras la caída de las hojas, volvemos
a un sentido claro de las cosas. Es como si
hubiéramos llegado a un fin de la imaginación,
inanimado en un savoir inerte.
Se hace difícil elegir adjetivo
para este simple frío, esta tristeza sin motivo.
Se ha convertido la gran estructura en una casa menor.
Ningún turbante pasa por los suelos disminuidos.
Nunca al invernadero le había hecho falta tanta pintura.
La chimenea tiene cincuenta años y se inclina hacia un lado.
Ha fracasado un esfuerzo fantástico, una repetición
en una repetitividad de hombres y moscas.
Sin embargo, la ausencia de la imaginación tenía
también que ser imaginada. La gran laguna,
la claridad de su sentido, sin reflejos, hojas,
barro, agua como cristal sucio, expresando silencio
de algún tipo, silencio de una rata que se ha asomado a ver,
la gran laguna y el desperdicio de sus lirios, todo esto
tenía que ser imaginado como un saber inevitable,
requerido, como requiere una necesidad.
Wallace Stevens, La roca, Lumen, Barcelona, 2008, página 13.
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