Tantas noches ansiosas
rebuscando, rompiendo, palpando, sopesando
palabras y palabras —y en las calles brillaban
bares, chicas y motos—
por decir mi verdad, mi clave, el rostro
que llevo en lo secreto de mi sangre,
y todo para nada: para acabar sabiendo
lo que siempre he sabido: que los versos más míos
los han escrito siempre otros poetas.
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Miguel d'Ors, La imagen de su cara, Editorial Comares, Granada, 1994, p. 39.
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