POR EL CAMINO VERDE
No he podido dormir.
Brilla un alba rosada en la cuadrícula
de mi ventana abierta,
y sé que hay margaritas,
amapolas, geranios y alhelíes
despertándose en el jardín.
Sigo inquieto y ansioso,
los sonidos de la naturaleza,
queriendo oír tus pisadas en la hierba,
y sólo escucho el viento
que cimbrea los juncos
y hace que me arrebuje entre las sábanas.
Pasan las horas,
lentas como un suplicio antiguo,
y, cuando cae la tarde y la luna despunta,
subo hasta la colina, alfombrada de flores,
y te veo venir por el camino
de mi imaginación,
por el camino verde
donde mueren los cisnes.
Luis Alberto de Cuenca, El reino blanco, Visor, Madrid, 2010, página 36.
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