Nunca olvides lo que metió sangre en las venas de tu obra.
Nunca olvides el odio.
Enfríalo.
Redúcelo a un cristal de carbono puro cuyas aristas disequen las entrañas de tus enemigos.
No hagas nunca prisioneros.
Resiste.
Y que jamás te atrapen con vida.
Nunca olvides el odio.
Enfríalo.
Redúcelo a un cristal de carbono puro cuyas aristas disequen las entrañas de tus enemigos.
No hagas nunca prisioneros.
Resiste.
Y que jamás te atrapen con vida.
Roger Wolfe, Todos los monos del mundo, Renacimiento, Sevilla, 1995.
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