El hombre atraviesa el presente con los ojos vendados. Sólo puede intuir y adivinar lo que de verdad está viviendo. Y después, cuando le quitan la venda de los ojos, puede mirar al pasado y comprobar qué es lo que ha vivido y cuál era su sentido.
Milan Kundera, El libro de los amores ridículos, Tusquets, Barcelona, 2008 (1968), p. 12.
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