Mediodía, Anton Semenov
EL LÍMITE
Siempre he creído
que el horror tiene un límite
donde detenerse y contemplar desde arriba
cómo se retuerce
o escupe burbujas
o sonríe
o apesta y se pudre ante nuestros ojos
Un límite
que sabemos
que es peligroso
Donde no hay que dar un paso más
ni asomarse
Donde mejor es retirarse uno o dos pasos
Aunque estuviera provisto de pretil
al cual aferrarse
no habría que fiarse de él
Podría estar resqubrajado
y derrumbarse o desmoronarase
Nunca he creído
que fuera un límite consistente
pero lo consideré una especie de aviso
«hasta aquí pero no más»
o «no llegar hasta el límite»
E incluso en mis pesadillas
que me mostraron cuán engañoso y peligroso puede ser
siempre seguía creyendo
que el horror tiene un límite
No sé por qué lo creía así
pero era un consuelo
Erich Fried, Cien poemas apátridas, Anagrama, Barcelona, 1978, pp. 19-20.
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