MEDIA HORA
Ni te tuve, ni he de tenerte
nunca. Unas vagas palabras, un contacto
como anteayer en el bar, y nada más.
Sí, aunque no quiero decirlo, dolor. Nosotros al Arte
entregamos nuestro espíritu, y ciertamente alguna
vez, casi creamos un placer
que parece como si fuese real.
Así en el bar anteayer —con la ayuda feliz
de un alcoholismo muy piadoso—
gocé media hora de pleno erotismo.
Y lo supiste, me parece,
y por ello te quedaste un rato más sólo para mí.
Tenía mucha necesidad de ello.
Que aquella fantasía, y aquella mágica bebida,
me permitieran ver tus labios,
me permitieran sentir tu cuerpo cerca de mí.
Konstantino Kavafis, Poesías completas, Hiperión, Madrid, 1976, p. 226.
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