[acaba el año], Haruki Kadokawa
miércoles, 31 de diciembre de 2014
acaba el año...
un viejo se columpia
solo, en un parque
Haruki Kadokawa
José María Bermejo (ed.), Instantes. Nueva antología del haiku japonés, Hiperión, Madrid, 2009, p. 243.
[para qué...]
martes, 30 de diciembre de 2014
para qué
tal vez podrías preguntarme para qué
sigo funámbula
en este arpegio de pensarte siempre
xilografía en abismos
como armónicos de esparto que descomponen
la piel que no llega
el vértigo vuelto astillas en los labios
al compás de prismas rotos
sobre la herida que alguna vez tallaron los relojes
sobre la herida que como un dique aún contenía la palabra tiempo
para qué
podrías preguntarme para qué
tiemblo como una trapecista
torpe tropieza con la geometría imposible de una nube
para qué tejo entre cuerpo y cielo una caligrafía
y en cada serifa cada palo
emerja la detonación de todas las frases que no puedo decirte
figuras imposibles
con el alfabeto de mi cuerpo y su sordina
un grito y su mordaza y
un graznido y su cuervo tapiando mi boca
litros de muerte arrojada en mi garganta que aún te entona por si una migaja de luz
para qué
la pregunta tú cualquiera para qué
para qué la acrobacia de kilómetros
para qué un colchón mullido en cada cifra
abrazar la felpa de una ecuación rajada
como un faquir el metal
como se abraza el óxido de un recuerdo
y cerrar los ojos para tallarte y encontrarte
la única noche parcheada en la que una paloma picotea
mi horizonte izado en lodo
mientras eres sueño siempre como un bucle lisiado
y eres eres eres
aunque sea en una lengua extinta que no aprendió a pronunciarte
para qué
para qué y en cambio
para qué
ese jilguero bajo el sol como una lágrima
para qué
la hiedra de caleidoscopio que a mediodía trepa el aire
para qué
todos los templos que despliega una canción
para qué
para qué y una vez y siempre
para qué
si no hay respuesta ni palabra cuando
para qué pensarte y saber cierto
porque existes
un lugar mejor
Paredes, Manuel Álvarez Torneiro
domingo, 28 de diciembre de 2014
Pared, Kiyoshi Saitō
PAREDES
Nas paredes hai rostros,
está o perfil da súplica,
está o oco do frío,
o xerme dun insomnio.
Está un manifesto de granito,
a osamenta dos que desesperaron
(houbo un deus de impotencias,
enmudecido,
cando o tiro de graza).
Hai manchas dunha ausencia,
voces rotas e brados
dun penúltimo instante,
perdas reiterativas.
Hai nomes propagándose:
nomes radicais. E nomes
supurando veráns, albas caídas.
E o ruinoso molde do futuro.
Contrasinal de paz foron aqueles:
antónimos do lume e da gadoupa,
os do barrio de abaixo.
Unha memoria mineral recorda:
o túnel cara á morte,
o medo esborrexendo,
o estrépito da ira;
mortos arreo e con todo o posto
unha hora antes das primeiras luces.
E aínda houbo valor para outros días.
Manuel Álvarez Torneiro, Os ángulos da brasa, Factoría K, Pontevedra, 2012, pp. 78-79.
Origen, Caro Fernández & Leo Mercado
sábado, 27 de diciembre de 2014
Tristeza (dos en bote), Nicholas Roerich
ORIGEN
Los antiguos habitantes de la Mesopotamia sostenían que el ácido de la primera cebolla domesticada, eyectado accidentalmente sobre los ojos de su cosechador, habría inventado el llanto.
Desde entonces, nos pasamos unos cinco mil años tratando de entender la tristeza.
Caro Fernández & Leo Mercado, Hacer el cuento. Microcrónicas, Macedonia, Morón, 2012.
[Si no hay sueños], Gyuuho
miércoles, 24 de diciembre de 2014
Si no hay sueños,
ni el árbol puede erguirse
en la nieve.
Gyuuho
Elena Gallego & Seiko Ota (ed.), Haikus en el corredor de la muerte, Hiperión, Madrid, 2014, p. 82.
[Tantas ilusiones...], Jorge Riechmann
lunes, 22 de diciembre de 2014
La rana que deseó ser tan grande como el buey, Marc Chagall
Tantas ilusiones
del ser humano sobre su frágil condición:
pero somos anfibios
anfibios
entre el agua y la tierra
entre la tierra y el aire
entre el aire y la letra
anfibios entre memoria y deseo
entre el dolor y la lógica
entre la luz y tus párpados
anfibios entre el tiempo irreparable que no vuelve
y la repetición de las rutinas del absurdo
o del amor
Jorge Riechmann, Historias del señor W., La Baragaña, Madrid, 2014, p. 72.
[Deseamos ser interrumpidos...], Nicholas Carr
sábado, 20 de diciembre de 2014
Niágara I, Shigeko Kubota
Deseamos ser interrumpidos, porque cada interrupción viene acompañada de una información que nos es valiosa. Apagar estas alertas nos pone en riesgo de sentirnos fuera, incluso aislados socialmente. La corriente casi continua de nueva información que bombea la Red también apela a nuestra natural tendencia a «sobrevalorar enormemente lo que nos está ocurriendo en este mismo instante», como explica el psicólogo del Union College Christopher Chabris. Estamos hambrientos de lo nuevo aun cuando sepamos que «suele tener más de trivial que de esencial».
Así que le pedimos a Internet que siga interrumpiéndonos, de formas cada vez más numerosas y variadas. Aceptamos de buen grado esta pérdida de concentración y enfoque, la división de nuestra atención y la fragmentación de nuestro pensamiento, a cambio de la información atractiva o al menos divertida que recibimos. Desconectar no es una opción que muchos consideremos.
Así que le pedimos a Internet que siga interrumpiéndonos, de formas cada vez más numerosas y variadas. Aceptamos de buen grado esta pérdida de concentración y enfoque, la división de nuestra atención y la fragmentación de nuestro pensamiento, a cambio de la información atractiva o al menos divertida que recibimos. Desconectar no es una opción que muchos consideremos.
Nicholas Carr, Superficiales: ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes?, Taurus, Madrid, 2011, pp. 164-165.
Inesperado encuentro, Wisława Szymborska
lunes, 15 de diciembre de 2014
Daniel Richter
INESPERADO ENCUENTRO
Somos muy amables el uno con el otro,
decimos que es bonito encontrarse después de tantos años.
Nuestros tigres beben leche.
Nuestros azores van a pie.
Nuestros tiburones se ahogan en el agua.
Nuestros lobos bostezan ante una jaula vacía.
Nuestras víboras se han sacudido los relámpagos,
los monos, la inspiración, los pavos reales, las plumas.
¡Cuánto hace que dejaron nuestros cabellos los murciélagos!
Callamos sin acabar la frase,
sonriendo sin remedio.
Nuestras personas
no saben cómo hablarse.
Wisława Szymborska, El gran número; Fin y principio y otros poemas, Hiperión, Madrid, 2009 (1998), p. 66.
[A partir de cierto punto...], Franz Kafka
domingo, 14 de diciembre de 2014
Mar Tirreno, Priano, 1994, Hiroshi Sugimoto
A partir de cierto punto, ya no hay regreso posible. Éste es el punto a alcanzar.
Franz Kafka, Aforismos de Zürau, Sexto Piso, Madrid, 2005.
Desacostumbrarse, Erich Fried
miércoles, 10 de diciembre de 2014
Rebelión de la luna negra, Dmitry Brodetsky
DESACOSTUMBRARSE
No debo matar
no debo traicionar
Eso lo sé
Tengo que aprender una tercera cosa:
no debo acostumbrarme
Pues cuando me acostumbro
traiciono
a quienes no se acostumbran
Pues cuando me acostumbro
asesino
a quienes no se acostumbran
a la traición
y al asesinato
y al acostumbrarse
Si me acostumbro aunque sólo sea al comienzo
estoy empezando a acostumbrarme al final
Erich Fried, Amor, duelo, contradicciones, Losada, Madrid, 2005, p. 86.
Libertad para no mentir, Jorge Riechmann
domingo, 7 de diciembre de 2014
Golpe al corazón, René Magritte
LIBERTAD PARA NO MENTIR
Truncos los arcos eternos. El deseo
desjarretado. El arte estéril.
Que lo que muere ame a lo que muere:
no te dé miedo acariciar la rosa.
Jorge Riechmann, Futuralgia (Poesía reunida 1979-2000), Calambur, Madrid, 2011, p. 139.
[Las grandes declaraciones], Patrick Williams
viernes, 5 de diciembre de 2014
Silencio, Odilon Redon
Siempre ocurre lo mismo con ellos: se quieren hacer grandes declaraciones, se piensa lo que se va a decir y, luego, cuando se está cerca de ellos, no se dice nada o casi nada. Y después, cuando uno se ha ido y vuelve a pensar en esto, se da cuenta de que las grandes declaraciones ya se han hecho. Sin decir nada.
Patrick Williams, en David Le Breton, El silencio: aproximaciones, Sequitur, Madrid, 2009, p. 37.
[Las cordilleras se hunden], Raúl Zurita
miércoles, 3 de diciembre de 2014
Zdzisław Beksiński
Te palpo, te toco, y las yemas de mis dedos,
habituadas a seguir siempre las tuyas, sienten en
la oscuridad que descendemos. Han cortado todos
los puentes y las cordilleras se hunden, el Pacífico
se hunde, y sus restos caen ante nosotros como
caen los restos de nuestro corazón. Frente a la
muerte alguien nos ha hablado de la resurrección.
¿Significa eso que tus ojos vaciados verán? ¿que
mis yemas continuarán palpando las tuyas? Mis
dedos tocan en la oscuridad tus dedos y
descienden como ahora han descendido las
cumbres, el mar, como desciende nuestro amor
muerto, nuestras miradas muertas, como estas
palabras muertas. Como un campo de margaritas
que se doblan te palpo, te toco, y mis manos
buscan en la oscuridad la piel de nieve con que
quizás reviviremos. Pero no, descendidas, de las
cumbres de los Andes sólo quedan las huellas de
estas palabras, de estas páginas muertas, de un
campo largo y muerto de flores donde las
cordilleras como mortajas blancas, con nosotros
debajo y aun abrazados, se hunden.
Raúl Zurita, Inri, Visor, Madrid, 2004, p. 83.
[Disecarse en vida], António Lobo Antunes
sábado, 29 de noviembre de 2014
El espejo, Andréi Tarkovski
Aquí, pensó el médico, desagua la última miseria, la soledad absoluta, lo que no podemos soportar en nosotros mismos, los más escondidos y vergonzosos de nuestros sentimientos, lo que en los demás llamamos locura que es al final la nuestra y de la cual nos protegernos etiquetándola, comprimiéndola con rejas, alimentándola con pastillas y gotas para que siga existiendo, concediéndole permiso de salida el fin de semana y encaminándola rumbo a una «normalidad» que probablemente consiste solo en disecarse en vida.
António Lobo Antunes, Memoria de elefante, Debolsillo, Barcelona, 2014, pp. 38-39.
Por qué escribimos, Roque Dalton
jueves, 27 de noviembre de 2014
Aquellos que están aquí otra vez, Daniel Richter
POR QUÉ ESCRIBIMOS
Uno hace versos y ama
la extraña risa de los niños,
el subsuelo del hombre
que en las ciudades ácidas disfraza su leyenda,
la instauración de la alegría
que profetiza el humo de las fábricas.
Uno tiene en las manos un pequeño país,
horribles fechas,
muertos como cuchillos exigentes,
obispos venenosos,
inmensos jóvenes de pie
sin más edad que la esperanza,
rebeldes panaderas con más poder que un lirio,
sastres como la vida,
páginas, novias,
esporádico pan, hijos enfermos,
abogados traidores
nietos de la sentencia y lo que fueron,
bodas desperdiciadas de impotente varón,
madre, pupilas, puentes,
rotas fotografías y programas.
Uno se va a morir,
mañana,
un año,
un mes sin pétalos dormidos;
disperso va a quedar bajo la tierra
y vendrán nuevos hombres
pidiendo panoramas.
Preguntarán qué fuimos,
quiénes con llamas puras les antecedieron,
a quiénes maldecir con el recuerdo.
Bien.
Eso hacemos:
custodiamos para ellos el tiempo que nos toca.
Roque Dalton, Antología, Visor, Madrid, 2007, pp. 26-27.
[Lo numerable], Byung-Chul Han
miércoles, 26 de noviembre de 2014
Cascada #1, Akiko Takizawa
La palabra «digital» refiere al dedo (digitas), que ante todo cuenta. La cultura digital descansa en los dedos que cuentan. Historia, en cambio, es narración. Ella no cuenta. Contar es una categoría poshistórica. Ni los tweets ni las informaciones se cuentan para dar lugar a una narración. Tampoco la timeline (línea del tiempo) narra ninguna historia de la vida, ninguna biografía. Es aditiva y no narrativa. El hombre digital digita en el sentido de que cuenta y calcula constantemente. Lo digital absolutiza el número y el contar. También los amigos de Facebook son, ante todo, contados. La amistad, por el contrario, es una narración. La época digital totaliza lo aditivo, el contar y lo numerable. Incluso las inclinaciones se cuentan en forma de «me gusta». Lo narrativo pierde importancia considerablemente. Hoy todo se hace numerable, para poder transformarlo en el lenguaje del rendimiento y de la eficiencia. Así, hoy deja de ser lo que no puede contarse numéricamente.
Byung-Chul Han, En el enjambre, Herder, Barcelona, 2014, p. 60.
Todo, nada, Roger Wolfe
lunes, 24 de noviembre de 2014
Azul roto, John Ferren
TODO, NADA
Cuando todo son
malas noticias
o simplemente —y peor—
todo es una gigantesca
ausencia de noticias
hace falta algo
para sacar fuerzas
de donde no las hay
y seguir con la comedia.
El teléfono es Dios
que se ha callado.
El buzón se ha transformado
en papelera.
La gente
a la que alguna vez
hemos querido
es un recuerdo
que se pudo haber soñado.
Cualquier cosa puede servir
y nada sirve:
la muerte de alguien
que nos roce muy cerca.
Una amenaza de desahucio
por impago de alquiler.
El diagnóstico de alguna
enfermedad, si no fatal
entretenida al menos.
Un ataque
de migraña.
Un tumulto histérico
en la calle.
Una vieja
comiéndose un plátano
en un banco,
bajo la lluvia.
Lo que sea
menos este asco incoloro
en que se pudre el corazón.
Bombeando
por pura incapacidad
para otra cosa.
Roger Wolfe, Mensajes en botellas rotas, Renacimiento, Sevilla, 1996, pp. 29-30.
[Un ciego espera los ojos], António Lobo Antunes
domingo, 23 de noviembre de 2014
Espera, Marcel Marien
La imagen de la mujer a su espera entre los mangos de Marimba plagados de murciélagos aguardando el crepúsculo se le apareció en una punzada de añoranza violentamente física como una víscera que estalla. Te amo tanto que no sé amarte, amo tanto tu cuerpo y lo que en ti no es tu cuerpo que no comprendo por qué nos perdemos si a cada paso te encuentro, si siempre al besarte besé más que la carne de la que estás hecha, si nuestro matrimonio se consumió de juventud como otros de vejez, si después de ti mi soledad se acrecienta con tu olor, con el entusiasmo de tus proyectos y con la redondez de tus nalgas, si me sofoco con la ternura de la que no logro hablar, aquí en este momento, amor, me despido y te llamo sabiendo que no vendrás y deseando que vengas del mismo modo que, como dice Molero, un ciego espera los ojos que encargó por correo.
António Lobo Antunes, Memoria de elefante, Debolsillo, Barcelona, 2014.
[Organizar el olvido], Miguel Amorós
viernes, 21 de noviembre de 2014
Memoria rota, Ibrahim Yıldız
Los nuevos métodos urbanistas tratan de borrar huellas históricas, de organizar el olvido. Si el urbanismo desarrollista tardó en eliminar las últimas señales de los combates sostenidos los antiguos habitantes contra las clases que les oprimían, el urbanismo totalitario actual, que planifica a lo grande, cambia la identidad de las ciudades como de traje [...]. Las nuevas edificaciones transfieren a la ciudadanía la experiencia de una soledad extrema. A fuer de encontrarse en todas partes constituyendo no lugares, fijan la identidad del poder global, mostrando su barbarie tecnológicamente equipada por todo el planeta. Es la única identidad que puede poseer la no ciudad, paisaje exclusivo de la ausencia histórica.
Miguel Amorós, "Urbanismo y orden", Las armas de la crítica, Virus-Pepitas-Muturreko, Bilbao, 2003.
[El hombre no está hecho...], Ernest Heminway
jueves, 20 de noviembre de 2014
Río amarillo, Alexander Tinei
El hombre no está hecho para la derrota. Un hombre puede ser destruido, pero no derrotado.
Ernest Hemingway, El viejo y el mar, Círculo de Lectores, Barcelona, 1973, p. 134.
[Lo infinitamente despreciable], Jorge Riechmann
martes, 18 de noviembre de 2014
Una cultura humana viable tendría que enseñarnos a asustarnos de nosotros mismos: a sentir asombro y maravilla y terror ante aquello que el anthropos es capaz de hacer [...]. Deberíamos tener miedo de nuestro amor por la crueldad, de nuestra disposición a la servidumbre voluntaria, de nuestra descomunal potencia tecnológica, de la suma limitación de nuestra racionalidad, de nuestra capacidad de indiferencia, de nuestra tolerancia frente al mal, de nuestro tribalismo, y de nuestra inserción en el fetichismo de la mercancía. Pero, lejos de ello, la cultura dominante es hoy sobre todo marketing, distracción, frivolidad e invitación al infantilismo.
Asustarnos de nosotros mismos, y no despreciar al otro. El fascismo es el desprecio: lo repetimos —de nuevo con Albert Camus—, y por eso nos tentamos la ropa una y cien veces antes de dejarnos arrastrar por la pasión del desprecio. Y, sin embargo, sabemos que hay algo que siempre y en todo lugar es infinitamente despreciable: la indiferencia ante el dolor del otro.
Asustarnos de nosotros mismos, y no despreciar al otro. El fascismo es el desprecio: lo repetimos —de nuevo con Albert Camus—, y por eso nos tentamos la ropa una y cien veces antes de dejarnos arrastrar por la pasión del desprecio. Y, sin embargo, sabemos que hay algo que siempre y en todo lugar es infinitamente despreciable: la indiferencia ante el dolor del otro.
Jorge Riechmann, Moderar extremistán, Díaz & Pons, Madrid, 2014, pp. 155-156.
[Lo que llamamos camino], Franz Kafka
domingo, 16 de noviembre de 2014
Existe una meta, pero no un camino; lo que llamamos camino son vacilaciones.
Franz Kafka, Aforismos de Zürau, Sexto Piso, Madrid, 2005.
[Esta casa], Toni Morrison
viernes, 14 de noviembre de 2014
Esta casa ¿de quién es?
¿De quién es la noche que impide que entre
la luz?
Di, ¿a quién pertenece esta casa?
Mía no es.
Yo soñé otra, más acogedora, más luminosa,
con vistas a lagos que surcan barcos pintados,
a anchos campos abiertos ante mí como brazos.
Es extraña esta casa.
Sus sombras mienten.
Di, contesta, ¿por qué entra mi llave en la cerradura?
Toni Morrison, Volver, Lumen, Barcelona, 2013, p. 9.
La pérdida de la inocencia, Rafael Argullol
martes, 11 de noviembre de 2014
Hielo y sangre, Anselm Kiefer
LA PÉRDIDA DE LA INOCENCIA
Conocer es aceptar introducirse en un laberinto en el que ninguna de las salidas es inocente.
Rafael Argullol, El cazador de instantes, Acantilado, Barcelona, 2007, p. 97.
[La perturbación de las distancias], John Berger
sábado, 8 de noviembre de 2014
Los grandes viajes, René Magritte
La perturbación de las distancias. Una perturbación a la que sólo se puede acomodar uno adoptando una visión aérea, conforme a la cual los kilómetros se
John Berger, El cuaderno de Bento, Alfaguara, Madrid, 2012, p. 165.
[Y qué dicen los pájaros], Kurt Vonnegut
martes, 4 de noviembre de 2014
Yosuke Yamahata
Mira, Sam, si este libro es tan corto, confuso y discutible, es porque no hay nada inteligente que decir sobre una matanza. Después de una carnicería sólo queda gente muerta que nada dice ni nada desea; todo queda silencioso para siempre. Solamente los pájaros cantan.
¿Y qué dicen los pájaros? Todo lo que se puede decir sobre una matanza; algo así como «¿Pío-pío-pi?»
¿Y qué dicen los pájaros? Todo lo que se puede decir sobre una matanza; algo así como «¿Pío-pío-pi?»
Kurt Vonnegut, Matadero cinco, El Mundo, Madrid, 2002, pp. 35-36.
[Hay que fijarse mucho...], Don DeLillo
sábado, 1 de noviembre de 2014
Zdzisław Beksiński
Hay que fijarse mucho para ver lo que ocurre delante de uno. Cuesta trabajo, supone un abnegado esfuerzo, ver lo que está uno mirando. Era algo que lo tenía hipnotizado, las profundidades posibles en la desaceleración del movimiento, las cosas que ver, la profundidad de las cosas tan fácil de no ser percibida en la costumbre superficial de ver.
La gente a veces proyectando sombras en la pantalla.
La gente a veces proyectando sombras en la pantalla.
[¿Te has dado cuenta...?], Carlos Skliar
viernes, 31 de octubre de 2014
Síntoma-cuerpo-mar, Kōji Enokura
¿Te has dado cuenta que los niños ya no son atolondrados, ni curiosos, ni siquiera niños? ¿Que los paisajes se han escondido detrás de las espaldas? ¿Que las palabras se alejan de los cuerpos como si fueran laberinto intransitable o una distancia aguda trazada por el filo de una espada? ¿Que todo está visible y cada vez comprendemos menos? ¿Que ya nadie se arrepiente ni siente la voz de su mirada? ¿Que hay más de dos muertes por cada nacimiento? ¿Que la risa procede de la burla y no de las entrañas? ¿Que el amor es ley pero ya no desorden de las almas? ¿Que a menos que me hables a los ojos no podré decirte nada cierto?
Carlos Skliar, Hablar con desconocidos, Candaya, Barcelona, 2014, p. 80.
[El tronco de un árbol], Julia Otxoa
miércoles, 29 de octubre de 2014
Tocar el tronco de un árbol como quien acaricia el rostro de un amigo.
Julia Otxoa, Jardín de arena, Ediciones La Palma, Madrid, 2014, p. 100.
[La única noche...]
martes, 28 de octubre de 2014
La duración del sonido de la soledad, Kasia Derwinska
La única noche
eterna son tus ojos
cuando no vuelven.
[La invención de la palabra], Emil Cioran
lunes, 27 de octubre de 2014
Pastos en la niebla, Eyvind Earle
Un silencio abrupto en medio de una conversación nos hace volver de
repente a lo esencial: nos revela el precio que debemos pagar por la
invención de la palabra.
Emil Cioran, Ese maldito yo, Tusquets, Barcelona, 2008 (1987).
[La espera], Samuel Beckett
domingo, 26 de octubre de 2014
Quien tanto ha esperado esperará siempre, y transcurrido un cierto plazo nada puede suceder, ni nadie venir, ni haber más que la espera que se sabe inútil. Quizá sea su caso. Y cuando uno muere (por ejemplo), es demasiado tarde, ha esperado demasiado, no se vive lo suficiente para poder detenerse.
Samuel Beckett, Malone muere, Alianza, Madrid, 2012, p. 96.
[El dedo del invierno], Chantal Maillard
sábado, 25 de octubre de 2014
Chantal Maillard, Poemas a mi muerte, Ediciones La Palma, Madrid, 2005, p. 86.
Casida para un beso
viernes, 24 de octubre de 2014
CASIDA PARA UN BESO
Mirarte y nace un mundo.
Mirarte y el deshielo de la noche,
la sombra erosionada,
mirarte y un camino para siempre,
la tierra en manantial,
las huellas en que tiembla
este aguafuerte
del aire,
mirarte
y aunque el tiempo
ya se desnude en óxido
no importa,
mirarte hasta esculpirte
en piel de luna,
mirarte hasta mirarme
y en tus ojos
tallar el agua que nos parta,
nos trence,
nos repita
en el milagro de nacer.
Mirarte.
Y cuántos cielos caben en tu boca.
[Mientras haya vida], Herman Melville
miércoles, 22 de octubre de 2014
Hacia el bosque, Edvard Munch
—Tiene usted martillo y llave inglesa; vuelva a montarlo, y pruébelo otra vez. Mientras hay vida hay esperanza.
—De aquí en adelante, mientras haya vida habrá desesperación.
Herman Melville, "El fracaso feliz", Bartleby, el escribiente y otros cuentos, Alianza, Madrid, 2012, p. 86.
[Todas las singladuras], Jorge Riechmann
lunes, 20 de octubre de 2014
Barco de vela y sirenas, René Magritte
Las más de las veces, lo que uno busca o querría buscar en el otro confín del mundo se encuentra precisamente ahí al lado.
No me di cuenta, no me daba cuenta, pero de lo que se trata es de que hemos transformado un balcón en un barco de vela. Y a partir de ahí, todas las singladuras son posibles.
No me di cuenta, no me daba cuenta, pero de lo que se trata es de que hemos transformado un balcón en un barco de vela. Y a partir de ahí, todas las singladuras son posibles.
Jorge Riechmann, Ahí es nada, El Gallo de Oro, Bilbao, 2014, p. 48.
Fin del milenio, Roger Wolfe
viernes, 17 de octubre de 2014
FIN DEL MILENIO
Hoy mi horóscopo me dice
que me empeño en no ser feliz.
Bueno, ante todo vamos a dejarnos
de palabras rimbombantes.
Hablemos, por ejemplo,
de estar mínimamente en paz.
¿Cómo voy a estarlo? Si no puedo
ni ver pasar un autobús con la leyenda
«Celebre con nosotros el milenio»
rotulada en uno de sus flancos
sin que tu recuerdo se me suba
otra vez a la cabeza.
Tú no estás y vivo
—como dijo una célebre
demente— sin vivir en mí.
Pero el amor es demencia.
Acceso místico.
Enajenamiento.
Enfermedad.
¿O no?
«Celebre el milenio.»
No me toques las narices.
Si no diera la risa
sería para ponerse a llorar.
Roger Wolfe, El amor y media vuelta.
[Ciervos], Eloy Tizón
martes, 14 de octubre de 2014
Ciervos, Katy Jade Dobson
Y ciervos. A menudo los faros del tren sorprendían algún ciervo agazapado, o una cría que pastaba, alzaba la cabeza y se quedaba mirando con resignación el paso de aquella caravana tan molesta, fea y ruidosa, conmigo en su interior, que había que soportar sin más remedio, hasta el momento en que el monstruo se perdía de vista y se evaporaba allá lejos, sin dejar la menor huella, como si toda nuestra vida no fuese más que un sueño visto a través de los ojos de un cadáver.
Eloy Tizón, Técnicas de iluminación, Páginas de Espuma, Madrid, 2013, p. 42.
[Las demás sombras], Patrick Modiano
jueves, 9 de octubre de 2014
No nos sentamos, nos quedamos junto a la barra, esperando a Mocellini a pie firme. Y a todas las demás sombras del pasado. Louki, si estaba conmigo, no le tenía miedo a nada. No hay mejor sistema para que se desvanezcan los fantasmas que mirarles a los ojos.
Patrick Modiano, En el café de la juventud perdida, Anagrama, Barcelona, 2009, p. 105.
[Seguimos sin poder...], Jorge Riechmann
miércoles, 8 de octubre de 2014
Chema Madoz
Seguimos
sin poder imaginar
lo inimaginable
pero nos acostumbramos
demasiado rápidamente
a lo imposible
Jorge Riechmann, Poemas lisiados, La Oveja Roja, Madrid, 2012.
[Frío], Philip K. Dick
lunes, 6 de octubre de 2014
—Eh —dijo él—, ¿puedo ir contigo a Oregón? ¿Cuando tú te vayas?
Ella le sonrió, con amabilidad y profunda ternura, para responderle que no.
Y él comprendió, porque la conocía, que lo decía en serio. Y que no cambiaría. Se estremeció.
—¿Tienes frío? —le preguntó Donna.
—Sí —respondió él—. Mucho.
—He puesto una calefacción estupenda de MG en el coche —dijo—, así que cuando estemos en el autocine... te calentarás. —Le tomó la mano, la apretó, la sostuvo; entonces, de repente, la dejo caer.
Pero Arctor conservó aquel contacto, dentro del corazón. Aquello permaneció. En todos los años que tenía por delante, los largos años sin ella, sin verla nunca ni recibir noticias suyas ni saber nada, si estaba viva, feliz, muerta o qué, guardó el contacto en su interior, sellado, y nunca desapareció. Aquel único contacto de su mano.
Ella le sonrió, con amabilidad y profunda ternura, para responderle que no.
Y él comprendió, porque la conocía, que lo decía en serio. Y que no cambiaría. Se estremeció.
—¿Tienes frío? —le preguntó Donna.
—Sí —respondió él—. Mucho.
—He puesto una calefacción estupenda de MG en el coche —dijo—, así que cuando estemos en el autocine... te calentarás. —Le tomó la mano, la apretó, la sostuvo; entonces, de repente, la dejo caer.
Pero Arctor conservó aquel contacto, dentro del corazón. Aquello permaneció. En todos los años que tenía por delante, los largos años sin ella, sin verla nunca ni recibir noticias suyas ni saber nada, si estaba viva, feliz, muerta o qué, guardó el contacto en su interior, sellado, y nunca desapareció. Aquel único contacto de su mano.
Philip K. Dick, Una mirada a la oscuridad, Minotauro, Barcelona, 2006, p. 156.
[Cuando termine la guerra...], José Zomeño
jueves, 2 de octubre de 2014
El refugiado, Felix Nussbaum
Cuando termine la guerra tendré un hijo para olvidarlo todo y comenzar de nuevo. Un hijo que no haya conocido nada de esto. No le pondré nombre y procuraré que viva aislado para que no haya nadie que le haga ver que no hay esperanza.
Jesús Zomeño, "Una trinchera desdibujada", Piedras negras, Lengua de Trapo, Madrid, 2013, p. 49.
[El viento sopla...], Emilio Gavilanes
miércoles, 1 de octubre de 2014
Bailarines del viento, Celeste Yang
El viento sopla.
Como un paraguas vuelto
queda la flor.
Emilio Gavilanes, Salta del agua un pez, Comares, Granada, 2011, p. 13.
[Quién sabe tocar el arpa], William Faulkner
martes, 30 de septiembre de 2014
Padre decía que un hombre es la suma de sus desgracias. Un día crees que las desgracias han abandonado la partida, pero entonces el tiempo se convierte en tu mayor desgracia decía padre. Una gaviota planea por el espacio sujeta por un cable invisible. Uno lleva el símbolo de su frustración a la eternidad. Luego las alas son mayores decía padre pero ¿quién sabe tocar el arpa?
William Faulkner, El ruido y la furia, Alianza, Madrid, 2013, p. 123.
William Faulkner, El ruido y la furia, Alianza, Madrid, 2013, p. 123.
Qué es la muerte, Eduardo Berti
domingo, 28 de septiembre de 2014
Bahía de Sagami, Atami, Hiroshi Sugimoto
QUÉ ES LA MUERTE
Hay dos maneras de saber a ciencia cierta qué es la muerte, y ambas en teoría son incompatibles. La primera es cuando muere un padre o una madre, un hermano o un hijo, en fin, alguien que lleva nuestra sangre. La segunda es cuando muere alguien con quien uno hizo varias veces el amor, no un par de encuentros ocasionales, sino alguien de quien, pese a los años —la memoria de los cuerpos es intemporal—, uno conserva el tacto o el olor. ¿Hemos estado dentro de un ser humano que ha muerto? ¿Hemos tenido dentro a alguien que murió?
Quizás el incesto sea el tabú por excelencia porque reúne ambas cosas antedichas: muy insoportable sería saberlo todo, de una sola vez, acerca de la muerte.
Hay dos maneras de saber a ciencia cierta qué es la muerte, y ambas en teoría son incompatibles. La primera es cuando muere un padre o una madre, un hermano o un hijo, en fin, alguien que lleva nuestra sangre. La segunda es cuando muere alguien con quien uno hizo varias veces el amor, no un par de encuentros ocasionales, sino alguien de quien, pese a los años —la memoria de los cuerpos es intemporal—, uno conserva el tacto o el olor. ¿Hemos estado dentro de un ser humano que ha muerto? ¿Hemos tenido dentro a alguien que murió?
Quizás el incesto sea el tabú por excelencia porque reúne ambas cosas antedichas: muy insoportable sería saberlo todo, de una sola vez, acerca de la muerte.
Eduardo Berti, La vida imposible, Páginas de Espuma, Madrid, 2014, p. 116.
[La vida es...], Ángel Guinda
sábado, 27 de septiembre de 2014
Luciérnagas parpadeando bajo el cielo de la Vía Láctea, Japón, 2013, Takehito Miyatake
La vida es un eterno acabamiento de comienzos fugaces.
Ángel Guinda, Breviario, Lola Editorial, Zaragoza, 1992.
[Aun cuando]
viernes, 26 de septiembre de 2014
Frecuencia magenta, Christine Ödlund
Tú en mi voz, siempre.
Aun cuando no haya mirlos
para cantarte.
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