Ex libris, Juan Armando Epple

martes, 25 de octubre de 2011
Amor a los libros, Anna Sponer


EX LIBRIS

A Justo Alarcón

La promisoria escritora y el crítico perspicaz pero benevolente decidieron casarse. A los nueve meses justos tuvieron un hermoso libro, de tapas azules y del género femenino, como ella había soñado. La joven se sentía realizada con su primogénita, que ya empezaba a caminar y prometía varias ediciones. Pero el crítico se volvió algo hosco y taciturno, porque en su fuero interno había deseado un primogénito, y ahora soñaba al menos con la parejita. Por suerte, al cabo de dos años les llegó la segunda criatura, un robusto varón que pesó varias libras. El padre, orgulloso, organizó un lanzamiento en la Sociedad de Escritores.
Los sacaban a pasear los domingos, bajo el brazo, para que todos admiraran su originalidad, les compraban tapas nuevas para los cumpleaños, los llevaban a las oficinas de los suplementos literarios para que los redactores notaran lo bien que hablaban.
Cuando llegó el momento de prepararlos para la sociedad, los enviaron a la biblioteca pública, porque no tenían dinero, y allí los matricularon en secciones diferentes.
Con los años se fueron olvidando de ellos. Comenzaron las desavenencias teóricas, las recriminaciones estilísticas, el sentido de culpa, sólo te preocupaba uno y abandonaste al otro, les contagiaste tu complejo de inferioridad, en qué pasillos se habrán perdido cuando te olvidaste de ir a visitarlos, nunca has pensado en lo sensible que son los primeros libros.
El padrino de matrimonio, alarmado, les aconsejó que buscaran la ayuda de un alienista literario. Acudieron a un profesor de literatura, un tipo bastante escéptico pero mal pagado, y éste prometió buscar los libros y rescatarlos.
Los padres esperan ahora esa monografía.


Juan Armando Epple, Con tinta sangre, Thule, Barcelona, 2004, pp. 88-89.

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