ZENÓN Y EL TREN
Zenón. Las paradojas. La flecha que nunca llega a su destino, el corredor que jamás alcanzará la meta. Buenas teorías. Pero escuche mi problema y actúe.
Mi novia es Celinda. Mi amante, Belinda. Los hermanos de la Celi tomando una cinta adhesiva, colocándola en mi boca, pasándome unas cuerdas alrededor del cuerpo, introduciéndome en el fondo del maletero de un coche negro. Vamos por caminos sin asfalto hasta llegar a un paso a nivel sin barrera. Me depositan atravesado en la vía: mi cuello en un raíl, mis piernas en el otro. Se van. Llega el tren. Es una luz allá lejos, querido amigo Zenón, una luz que se acerca y silba. Y sus paradojas ahí, sin hacer nada, plantadas como pasmarotes con sus inútiles trajes teóricos.
Federico Fuertes Guzmán, Los 400 golpes, e.d.a., Benalmádena, 2008, p. 70.
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