En un mundo virtual, las cosas cada vez se tocan menos. En muchos casos ya no hay nada que tocar: la realidad está en una pantalla. Digitalización equivale a embrutecimiento. No es posible conocer el valor real de nada que no pueda tocarse; ni quererlo. La abstracción absoluta desemboca en el desprecio absoluto. Vivimos, en Occidente al menos, en el mundo de la abstracción digitalizada; es decir, en el mundo del desprecio.
Roger Wolfe, Siéntate y escribe, Huacanamo, Barcelona, 2011, p. 118.
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