REDUCTORES DE CABEZAS
En una tienda de gorras y sombreros de Barcelona dominaban el arte de reducir cabezas de manera acelerada e indolora. Si a un cliente le resultaba chica una gorra, por ejemplo, el vendedor le rogaba que aguardase un momento, que iría al fondo a ponerla en una horma (inexistente) que la estiraría hasta la medida adecuada. Cuando el vendedor regresaba, el cliente volvía a ajustarse la gorra, se admiraba en el espejo y se iba, orgulloso de su adquisición.
Carlos Vitale, Descortesía del suicida, Candaya, Barcelona, 2008, página 48.
Carlos Vitale, Descortesía del suicida, Candaya, Barcelona, 2008, página 48.
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