Las noches de invierno, aquel ángel bajaba planeando, se deslizaba y, como sentía frío, sacudía sus alas. Entonces la tierra toda se hacía blanca.
Rafael Pérez Estrada, Valle de los Galanes / Obeliscos, Huerga y Fierro, Madrid, 2006, p. 94.
"Nada está perdido si se tiene por fin el valor de proclamar que todo está perdido y hay que empezar de nuevo", Julio Cortázar.
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